Son personas que sufren viviendo constantemente atenazadas por el miedo a la pérdida de empleo, al dolor, a la pérdida de un
familiar o su pareja, a quedarse sin dinero, a hablar en
público. Es decir todo lo que sea un miedo concreto a algo.
Se reservan el hablar de sus
miedos, por “miedo a lo que puedan pensar”. Suelen ser personas
con tendencia a la tartamudez y a la sudoración excesiva sobretodo
cuando tienen que hablar con alguien y que se ruborizan fácilmente.
Es una flor muy utilizada para tratar miedos en la infancia, ya que es una edad donde
los miedos surgen constantemente. También hay que tenerla en cuenta en
relación con “la enuresis nocturna”, ya que suele estar relacionada con
algún temor que el niño no quiere explicar o no sabe qué le pasa.
Cuando el estado de un temor en particular es vivido durante mucho
tiempo, incluso sin la persona ser consciente, suele producirse dolores
de lumbares, rodillas, riñones, lo que puede
llevar a la persona a un estado de inmovilización, que es la excusa
perfecta para evitar enfrentarse a la toma de decisiones.
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